miércoles, 3 de diciembre de 2014

PEAKY BLINDERS Segunda Temporada


Creada por Steven Knight

Emitida en BBC Two



Nota: 8’5



   Hace prácticamente un mes acababa la segunda temporada de esta fantástica miniserie inglesa. Y podemos confirmar que una tercera está ya firmada, y no es para menos, con una calidad que crece en cada capítulo y que ha notado cierta mejora este año y con un elenco que poco a poco va subiendo de categoría, hasta tal punto, que podría ser envidiada por más de un productor de cine de Hollywood.

El argumento trata sobre ellos, los Peaky Blinders, una familia de gángsters de ascendencia gitana que tiene el control de la ciudad de Birmingham justo tras la Primera Guerra Mundial. Ellos son los Shelby, liderados por Thomas, un Cillian Murphy en estado de gracia. Se hacen llamar así en referencia a las cuchillas que llevan escondidas en su gorra, que emplean a modo de arma. Esta segunda temporada comenzaba con la familia ya manejando todo el sistema de apuestas de su ciudad de forma ilegal, pero con intenciones de llegar a un 80% de legalidad, en palabras del mismo líder de la manada.

          Para ello precisan pasar por la capital y para llevarlo a cabo han de hacerlo a lo grande. Thomas “Tommy” Shelby sabe que si quiere triunfar en Londres y por ende en toda Inglaterra ha de codearse con los más grandes. Para ello no duda en meterse en medio de la guerra entre italianos y judíos, posicionándose del lado de los segundos, que se encuentran en desventaja y que por tanto necesitan más su ayuda. Es aquí donde entra el papel de Alfie Solomons, interpretado por Tom Hardy (Bronson, Warrior, Locke), el cual parecía el gran reclamo para esta nueva temporada. Solomons es el líder de los judíos, con base en Camden Town, que se dedica al contrabando de ron a través de su tapadera de panadero. Y si no es el gran reclamo es porque su papel resulta ser más pequeño de lo esperado, aunque nos ha dejado escenas maravillosas como el dictado de normas al más puro estilo Tyler Durden en el sótano de su almacén o la negociación de porcentajes con Tommy. Hardy se come a cualquier actor que aparezca en escena con él, por ello Knight, conocedor del problema, lo mantiene oculto gran parte de la obra, y es que ambos se conocen muy bien ya que a parte de Locke preparan juntos la serie Taboo.


Para cuadrar esta historia, tenemos a un representante de la ley no muy bien parado después de la primera temporada, encarnado con maestría por Sam Neill (Jurassick Park), que dice hablar en nombre del mismísimo Winston Churchill y que está dispuesto a hacer lo que sea por ver caer a sus tan odiados Shelbys. Este año ha cogido especial protagonismo Arthur, el hermano de Thomas, en una de las interpretaciones más sorprendentes que nos regala la serie, con ese personaje incontrolable, amigo de drogas y whisky, que defiende lo suyo con garras y dientes y que habitualmente acaba perdiendo los papeles; así como el hermano pequeño John que esta vez nos ha demostrado que sabe muy bien lo que está haciendo con su vida y que empieza a temer por su futuro.

“Yo con su edad ya había matado a cien personas y había visto morir a miles” Esta frase del mismo John va dedicada a Polly, tía de nuestros protagonistas, que tiene un feliz reencuentro con su hijo, del que le habían separado al nacer, otra de las novedades de la temporada. Si algo cojea en esta serie son tramas o escenas metidas con calzador. En la primera nos llamó excesivamente la atención ese discurso de Ada Shelby en medio de dos bandos dispuestos a matarse, apelando a la familia. Este año puede ser el caso de este chico, Michael, un adolescente que, al descubrir quien es su verdadera madre, no duda en abandonar a la mujer que lo ha criado y le ha dado una buena vida e ir a buscar a la suya; que conoce a una familia totalmente desordenada y fuera de control, opuesta total a todo lo que conoce y aún así decide integrase como uno más.

Otra de estas escenas de las que hablamos podría ser los encuentros sexuales de nuestro protagonista, donde las mujeres ya le aman antes incluso del primer beso. Es quizá, el talón de Aquiles de su guionista, Steven Knight, una dificultad para crear personajes femeninos realistas, algo que les ocurre a los mejores directores (veasé Tarantino). Aún así, otra de las sorpresas, ha sido Charlotte Riley (esposa de Hardy en la vida real) que interpreta a May Carleton una viuda rica amaestradora de caballos que da que hablar en los últimos capítulos.

Seis capítulos escritos por Knight y dirigidos por Colm McCarthy, gran director de series inglesas (Sherlock, Doctor Who), hacen una temporada que merece ser vista y que nos mete de lleno en esa época y ambiente turbio que tanto nos gusta.

Lo mejor: Las interpretaciones, cada una con esos acentos tan característicos.

Lo peor: Algunas tramas que no encajan a la perfección.

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