DR1, 2010-2013
Creada por Adam Price
Nota: 8’5
Cuando
empezamos Borgen hace un año aproximadamente, no sabíamos qué esperar. Una
serie de política, de origen y producción danesa, emitida por una cadena
pública del país. La cosa no pintaba bien, acostumbrados a la ficción americana
y con el visionado reciente de House of Cards, o aquella maravillosa tercera
temporada de The Wire, cualquier cosa parecería poco.
Ya desde el
primer capítulo nos sorprendieron: elecciones al Parlamento danés, Birgitte
Nyborg se convierte en primera ministra de Dinamarca, y comienzan los juegos,
los desmarques, el marketing, las campañas y los medios de comunicación, todo
revuelto, de un lado para otro, mostrándonos la mejor y la peor cara de la
política danesa.
Nyborg,
presidenta del partido moderado, sube al primer puesto con un gobierno de
coalición en minoría, con ganas de cambiar las cosas, de hacer de su territorio
un lugar mejor, peleando siempre hasta el último momento. Nuestra protagonista
es una mujer luchadora, con ideas claras y unos ideales políticos admirables,
con capacidad de empatía y sensibilidad ante sus ciudadanos, bajo el respeto de
unos derechos fundamentales. Ella es lo que todo pueblo quiere. Pero el camino
para sus objetivos no es fácil, sino que debe luchar contra viento y marea,
pasando por debajo de la cuerda de los diferentes partidos que integran el
Palacio de Christiansborg, como el Partido Laborista, o el Partido de la
Libertad.
La política es
lo que importa en la serie, y no hay lugar para dobles tintas. Hemos visto como
se elaboran leyes de educación o sanidad, como es el juego de poder entre los
grandes partidos, las elecciones a primarias dentro de los partidos, e incluso
sus propias tensiones y alguna que otra deslealtad política que nos ha dejado
con mal sabor de boca. Pobreza, exclusión, inmigración, refugiados, guerras en
Oriente, continente africano… Pocos temas le han faltado por tocar a Borgen,
por no decir ninguno, posicionándose a la altura de unas expectativas
altísimas.
Pero no
podemos olvidarnos de los medios de comunicación, esos que son capaces de
re-elaborar un programa político y hacer creer a la ciudadanía lo que la clase
política más poderosa quiere, o lo que la ciudadanía espera oír. Los medios de
comunicación manipulan, crean historias, pero también nos la transmiten, con
intención de hacernos menos ignorantes. Ha sido un elemento muy presente en
toda la serie, donde aparece nuestra querida Katrine, que proporciona una
imagen de amistad y sinceridad, luchando por un periodismo justo y leal, aunque
siendo crítica cuando haya que serlo. Junto a ella nos encontramos con Kasper
Juul, el director de campaña y consultor
mediático de Nyborg, que tuvo una especial relevancia las dos primeras
temporadas, disminuyendo la última. Kasper sabe lo que hace, conoce como se
deben conseguir las cosas aunque la ética no se ajuste a todos sus planes, pero
su vida gira en torno a su primera ministra y a los medios, olvidando en
ocasiones aquello que le rodea.
En la tercera
temporada, los medios de comunicación ha tomado un papel con tintes distintos,
girando hacia la gestión interna de la cadena pública TV1, conociendo más a
fondo la producción de noticias y programas televisivos, creándose debates
entre audiencias y calidad que llevarán a Torben Friis, jefe de noticias, al
límite, perdiéndose en un mar de presiones y críticas que le harán no ser el
mismo.
Borgen es
política, idealista si, pero política al fin y al cabo, transmitiendo un
mensaje al espectador para que imagine que pasa de puerta para fuera, cuál es
el precio del poder y hasta dónde están los políticos dispuestos a mentir para
conseguir sus objetivos.
Ha sido una
gran serie en la que, por sacar un punto negativo, le han sobrado tramas
personales. Comprendemos que éstas son necesarias para comprender mejor a los
personajes y poder juzgarlos desde otro punto de vista. La serie, compuesta por
30 capítulos, divididos en tres temporadas, supuso un escaparate para su trío
protagonista que, casualmente, se encuentra rodando tres series para HBO: Game
of Thrones, Vinyl y Westworld.
Lo mejor: Ese idealismo que transmite
la primera ministra, que dan ganas de votarla.
Lo peor: Que sólo sean tres temporadas.