Creada por Steven Knight
Emitida en BBC Two
Nota: 8’5
Hace prácticamente un mes acababa la segunda
temporada de esta fantástica miniserie inglesa. Y podemos confirmar que una
tercera está ya firmada, y no es para menos, con una calidad que crece en cada
capítulo y que ha notado cierta mejora este año y con un elenco que poco a poco
va subiendo de categoría, hasta tal punto, que podría ser envidiada por más de
un productor de cine de Hollywood.
El argumento trata sobre ellos,
los Peaky Blinders, una familia de
gángsters de ascendencia gitana que tiene el control de la ciudad de Birmingham
justo tras la Primera Guerra Mundial. Ellos son los Shelby, liderados por Thomas, un Cillian Murphy en estado de gracia. Se hacen llamar así en
referencia a las cuchillas que llevan escondidas en su gorra, que emplean a
modo de arma. Esta segunda temporada comenzaba con la familia ya manejando todo
el sistema de apuestas de su ciudad de forma ilegal, pero con intenciones de
llegar a un 80% de legalidad, en palabras del mismo líder de la manada.
Para cuadrar esta historia,
tenemos a un representante de la ley no muy bien parado después de la primera
temporada, encarnado con maestría por Sam
Neill (Jurassick Park), que dice
hablar en nombre del mismísimo Winston
Churchill y que está dispuesto a hacer lo que sea por ver caer a sus tan
odiados Shelbys. Este año ha cogido especial protagonismo Arthur, el hermano de
Thomas, en una de las interpretaciones más sorprendentes que nos regala la
serie, con ese personaje incontrolable, amigo de drogas y whisky, que defiende
lo suyo con garras y dientes y que habitualmente acaba perdiendo los papeles; así
como el hermano pequeño John que esta vez nos ha demostrado que sabe muy bien
lo que está haciendo con su vida y que empieza a temer por su futuro.
“Yo con su edad ya había matado a cien personas y
había visto morir a miles” Esta frase del mismo John va dedicada a Polly, tía
de nuestros protagonistas, que tiene un feliz reencuentro con su hijo, del que
le habían separado al nacer, otra de las novedades de la temporada. Si algo
cojea en esta serie son tramas o escenas metidas con calzador. En la primera
nos llamó excesivamente la atención ese discurso de Ada Shelby en medio de dos bandos dispuestos a matarse, apelando a
la familia. Este año puede ser el caso de este chico, Michael, un adolescente que, al descubrir quien es su verdadera
madre, no duda en abandonar a la mujer que lo ha criado y le ha dado una buena
vida e ir a buscar a la suya; que conoce a una familia totalmente desordenada y
fuera de control, opuesta total a todo lo que conoce y aún así decide integrase
como uno más.
Otra de estas escenas de las que hablamos podría
ser los encuentros sexuales de nuestro protagonista, donde las mujeres ya le
aman antes incluso del primer beso. Es quizá, el talón de Aquiles de su guionista,
Steven Knight, una dificultad para crear personajes femeninos realistas, algo
que les ocurre a los mejores directores (veasé Tarantino). Aún así, otra de las
sorpresas, ha sido Charlotte Riley
(esposa de Hardy en la vida real) que interpreta a May Carleton una viuda rica amaestradora de caballos que da que
hablar en los últimos capítulos.
Seis capítulos escritos por
Knight y dirigidos por Colm McCarthy,
gran director de series inglesas (Sherlock,
Doctor Who), hacen una temporada que merece ser vista y que nos mete de
lleno en esa época y ambiente turbio que tanto nos gusta.
Lo mejor: Las interpretaciones, cada una con esos acentos tan
característicos.
Lo peor: Algunas tramas que no encajan a la perfección.
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