Creador: Matthew Weiner
Productora: AMC
Nota: 8
Lo sé, llegamos bastante tarde a Mad
Men. Se estrenó en 2007, y ahora se ha confirmado que su séptima temporada será
la última, pero todavía nos queda camino hasta ahí. Su nombre es un término,
como vemos en su piloto, que comenzaron a utilizar los publicistas de la época
para referirse a ellos mismos. Mad Men
es considerada una de esas series que todo seriéfilo (y no tan seriéfilo) debe
ver, y es que tiene todos los componentes necesarios para ser una gran serie,
además de que su creador fue guionista
en la gran obra de arte “Los Soprano”. Para entenderla y poder disfrutar al 100% de
ella es necesario ubicarnos en su contexto social.
Estamos en los años 60 en EEUU,
en la agencia de publicidad Sterling
Cooper en la Avenida de Madison, en Nueva York, donde descubrimos las vidas
de nuestros personajes, que reflejan la
sociedad de la época, caracterizada por las diferencias de género y las
relaciones de poder. Hablamos de la ciudad del whisky, los amantes, las
máquinas de escribir, el tabaco (y mucho) las amas de casa y la doble moral. Si algo destaca de Mad Men es su ambientación,
tan cuidada, realista y natural; es un guión complejo y lleno de detalles a
tener en cuenta, además de un vestuario más que perfecto, acompañado de actores
que aunque no son muy conocidos, son capaces de traducir la época que se respira. Es criticada
por muchos por su lentitud, pero quizás eso sea su punto fuerte, y de ahí su
realismo, característico de otras series como A dos metros bajo tierra.
Pero nuestro personaje protagonista es Don Draper (Jon Hamm); ese apuesto director
creativo, que durante los primeros episodios de la temporada parece tener una
vida perfecta, con una mujer preciosa y unos hijos maravillosos, pero no es oro
todo lo que reluce. Conforme pasa la temporada el personaje nos deja conocer
sus secretos y sus amantes, muestra poco
a poco su historia, e incluso sufrimos con él.
Pero no pasa desapercibida su esposa Betty Francis (January Jones), tan dulce que parece no ser
capaz de matar una mosca, pero en una
escena nos deja ver su parte más salvaje, sorprendiéndonos disparando con un
rifle a las palomas de su vecino, con un cigarro en la boca cual mafiosa se
tratara. Pero si algo nos llama de ella es lo insatisfecha e infeliz que está
con su vida, y con ella misma.
La mujer tiene un papel
característico en la agencia, y como no, en la sociedad en general. Secretarias
acostumbradas a ser amantes de sus jefes, amas de casas felices donde casarse y
tener hijos es el mérito de sus vidas, y otras como Peggy Olson (Elisabeth Moss), secretaria de Don, amante de Pete
Campbell, que muestra la otra cara del mérito y el ascenso en una empresa donde
el hombre tiene un papel protagonista.
Y disfrutamos de la publicidad,
de las reuniones debatiendo el producto, la propaganda, como Don gana clientes
cuando los creíamos perdidos, los mecanismos de venta y persuasión, además
de ver los cambios políticos de la época
como la proclamación del presidente Nixon.
Los
personajes segundarios tienen un papel característico e importante en la serie
a la hora de enseñarnos esa doble moral, como es Peter Campbell (Vinvent Kartheiser) , un niño rico que intenta
tener todo lo que quiere cueste lo que le cueste, además de arrogante y desleal. Por otro lado está Joan Holloway (Christina Hendricks), que
representa la secretaría modelo de la época, tan lista y discreta para todos
los asuntos de la empresa, y amante Roger
Sterling (John Slattery) socio de la agencia y amigo de Don.
Una primera temporada de
contacto, de conocer a los personajes y familiarizarnos con ellos. De empezar a
vivir sus vidas y echarlos de menos cuando terminan las temporadas. Hay grandes
escenas, como la celebración para Peggy en el PJ Clarke al ser aceptada su
primera campaña publicitaria, bailando todos al ritmo del rock &roll de Chubby Checker, sonando en el toca
discos.
Pero nos acercamos al final de la temporada y, nos quedamos
conmocionados con Peggy, dando a luz y dejándonos con muchas preguntas sin
responder. Pero si hay una escena que se ha llevado nuestra admiración ha sido
ese final de temporada, con Don entrado a su casa, sentándose en las escaleras
solo, sin nadie, mientras suena “Don’t
Think Twice, It’s All Right” de Bob Dylan, terminando una temporada genial,
llena de detalles que esperamos que no se pierdan en la siguiente, y queriendo
más de una época tan cercana a la nuestra pero tan lejana a la vez.
Lo mejor: el ambiente de la serie
Lo peor: la última escena de Peggy
“El día que firmas con un nuevo cliente, es el mismo día en que
empiezas a perderlo”
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