LA GENIALIDAD
DEL FINAL DE MAD MEN
En
la última temporada de The Good Wife uno estaba ya un poco cansado de las idas
y venidas de los protagonistas, entrando y saliendo de los bufetes, cambiando
las siglas de la puerta sin parar. Era el método que usaban los guionistas para
mantener a todos los personajes en la trama y que tuviera algo de sentido
hacerlo (llegó a ser una parodia en sí misma y los mismos personajes bromeaban
sobre ello). Sin embargo ninguna de esas fusiones o nuevos comienzos sería como
aquella vez en que Cary y Alicia decidieron empezar una compañía juntos.
Con
Mad Men pasa algo parecido durante la últimas temporadas, pero aquí hay un
guión mucho mejor elaborado. Cada vez que Don Draper y compañía cambian el
nombre a Sterling-Cooper, se fusionan o, incluso, forman una empresa menor, lo
veíamos como un nuevo comienzo y siempre nos invadía el entusiasmo y la emoción
que tan bien transmitían Roger, Don, Peggy, etc. gracias a unas magníficas
interpretaciones y a un guión excelente. Pero, ¿qué tienen estos inicios que
tanto nos gustan? Tal vez que nos hacen adentrarnos, de una forma mucho más
profunda, en las oficinas y no en los despachos individuales, y respirar así el
ambiente que allí se vive, hasta sentirnos parte de ella como un trabajador
más. En ese momento no son importantes las tramas personales de cada
protagonista, un reinicio quiere decir mejorar y eso hay que hacerlo en equipo,
de hecho Don, Pete, Roger o Joan pasan a actuar como un sólo individuo.
Sin
embargo algo cambia cuando son absorbidos por McCann. Las reacciones de los
protagonistas en su conjunto ante la noticia quedan perfectamente retratadas en
unos planos impresionantes, que nos hacen vivir con ellos esos momentos. (Pinchar cada uno para ver en grande).
El
miedo inicial por no trabajar para ellos mismos, el intento de escape con un
plan maestro, la sorpresa al conocer las verdaderas intenciones de la compañía
y, finalmente, la impotencia de no saber transmitir a sus empleados la alegría
que supone el cambio de aires. Todo esto transcurre en el episodio 11 ‘Time
& Life; lo que ocurre en el siguiente ‘Lost Horizon’ no es un comienzo más,
es el principio del fin, y a cada protagonista le afecta de una manera
diferente la llegada a McCann. Cada uno pasa por una emoción diferente ante
esta nueva aventura, como si de las cinco etapas del duelo se tratara.
1.
Roger se resiste ante lo inevitable. Se siente, a su modo, responsable de lo
ocurrido con SC&P. No se entusiasma con el cambio. Él reinaba sobre su
imperio y ahora que se ha desvanecido pasa a ser un simple capitán. NEGACIÓN.
2.
Peggy quiere que en la nueva empresa se tengan en cuenta sus méritos y su
posición, pero se encuentra con que, prácticamente, ni contaban con ella.
Gracias a Roger recibe una clase de madurez instantánea que le hace poner los
pies en la tierra y demostrar a quien haga falta lo que ella vale. ENFADO.
3. Joan, que se había ganado el gran respeto de
su agencia, se topa con el machismo imperante en la época. Ella ya sabe cómo
funciona el mundo pero no puede tolerar que se juegue con ella en su empresa.
Es el fin de esta vida para ella. No es su lugar porque sigue sin ser el momento
en que una mujer tenga un cargo de responsabilidad en una gran compañía
americana. NEGOCIACIÓN.
4.
Don se da de bruces con la realidad. Esto se ve reflejado a la perfección
cuando entra en la sala de reuniones con los directores creativos y se da cuenta
que no es él, como siempre, el foco de atención. Éste ya no es su sitio, tiene que salir de ahí y buscar un nuevo horizonte. DOLOR EMOCIONAL.
5.
Pete consigue lo que siempre ha perseguido. Nos guste o no, su trabajo es
intachable y saben valorárselo. Ha encontrado, por fin, su camino en la vida.
ACEPTACIÓN.
Recuerda
al primer día en la universidad, a la que vas con gente que ya conoces, pero
nada más llegar te separas, no conoces el entorno y pronto te das cuenta que
has pasado de ser uno más a un simple número. Cada uno elige su camino. Tras
esto, indiscutiblemente, demandábamos un final individual. Pero quería hacer hincapié
en el final que engloba la esencia de la serie, que hacía que nos sintiésemos
parte de la oficina.
Empecé Mad Men cuando
arrancaba su segunda temporada y, como a muchos, me costó en sus inicios.
Supongo que tenía una idea equivocada de cómo debía desenvolverse la serie,
quería conocer a toda costa a Don Draper y se me hacía muy lento las pocas
capas que nos dejaban ver. Es por ello que la dejé aparcada, al finalizar esa
segunda temporada, esperando el momento adecuado para volver a retomarla. Ese
momento llegó hace un año exacto y reconozco que he disfrutado como muy pocas
veces lo he hecho con una serie.