viernes, 12 de junio de 2015

Crítica MOON



Reino Unido, 2009

Dirigida por Duncan Jones
Escrita por Duncan Jones y Nathan Parker


Nota: 8


En cualquier acto, crítica o reportaje, siempre se recordará que Duncan Jones, a parte de haber demostrado con sólo dos cintas estrenadas el gran director que puede llegar a ser, es hijo del mítico cantante David Bowie. Así que no hemos podido ser menos, para quien aún no lo supiera. A parte de este apunte, que resulta nada más que anecdótico, estamos ante la primera, y mejor, película de Jones (dos años después estrenó Código Fuente), en su género habitual, la ciencia ficción, con un guión co-escrito por él mismo.

Sam Bell (un inmenso Sam Rockwell) es un astronauta que se encuentra en la Luna para realizar un trabajo de extracción minera por un período de tres años y que conocemos cuando sólo le quedan dos semanas para volver a la Tierra junto a su familia. Sam se encuentra solo en la cara oculta de la Luna y su trabajo consiste en recoger el mineral que diariamente extraen sus tres excavadoras. Para ello únicamente cuenta con la ayuda de Gerty, un robot de inteligencia artificial (al que pone voz en su versión original el mismísimo Kevin Spacey), una versión más anticuada del HAL9000 que dice querer lo mejor para su huésped, pero que éste sospecha que le esconde algo de información. Además, las antenas de comunicación de la Luna están rotas y se comunica con su familia y sus jefes mediante grabaciones de vídeo.

Sam lleva una vida totalmente rutinaria hasta que un día, tras sufrir un accidente, algo ha cambiado dentro de la nave. No entraremos en spoilers, y es por ello que no podemos contar mucho más del argumento, pero hemos de decir que si por algo llamó la atención esta cinta es porque en un género donde nos han acostumbrado a recibir giros inesperados de los acontecimientos durante un supuesto tercer acto, aquí nos llega nada más empezar el segundo, y aunque durante un período de tiempo dudamos de lo que está pasando en el interior de esta cápsula lunar, no tardan en confirmar nuestras sospechas (o no) y nuestro protagonista trata de averiguar el porqué de este giro como si se tratara del propio espectador.

Una película más que recomendable para los amantes del cine en general, no sólo para los fans del género, ya que no entra en grandes detalles complejos, se basta de escenarios sencillos y efectos fáciles que hacen una gran película. Esto, sumado a una gran fotografía destacada por su iluminación, y a una interpretación perfecta por parte de Rockwell que caracteriza soberbiamente el desgaste de un astronauta atormentado que no sabe lo que está pasando a su alrededor, hacen una película que merezca la pena ver.

Lo mejor: Sam Rockwell y un guión sencillo pero efectivo.

Lo peor: El primer acto puede costar un poco.

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