España, 2015
Escrita por Borja Cobeaga y Diego
San José
Dirigida por Emilio
Martínez-Lázaro
Nota: 4’5
Ocho Apellidos Catalanes no
funciona como película. Arrancaba de una manera magistral con una repetición de
escenas entre los personajes de Rafa (Dani
Rovira) y Koldo (Karra Elejalde)
que provocan unas carcajadas constantes y que nos hacían presagiar una gran
comedia. Nada más lejos de la realidad, la historia, que más tarde
analizaremos, avanza muy rápido y a los quince minutos entra en escena
Catalunya, y es aquí donde la película decae. Y no es que el motor cómico trabaje a menos potencia, es que la calidad del film a partir de
este momento es nula, la trama es simple, predecible y aburrida, y los chistes
no son buenos. No podemos negar que alguna que otra carcajada nos echamos
durante la película, pero en momentos puntuales precedidos de largos espacios
en los que la sala de cine permanecía en silencio, y que la rompían los
momentos de protagonismo de los personajes antes mencionados.
La aparición de los nuevos
personajes a la historia que todos conocíamos es un poco forzada; Amaya se ha
vuelto a enamorar, esta vez de Pau, un artista hipster catalán, y se van a
casar tres días después de que la noticia llegue a oídos de Rafa, que sabe que
es el tiempo que necesita para recuperarla, mientras preparan una farsa para
que la abuela del nuevo novio crea que algo ha cambiado en su tierra. Los
personajes, no vamos a mentir, están muy logrados y muy bien interpretados:
tanto Berto Romero, que hace un
papel de lo más creíble como el pseudo-artista que tiene que estar a la última
como Rosa María Sardá como la señora
independentista que es la manda más en su casa y en su pueblo. Pero no es
suficiente, están metidos en la historia con calzador. Desde el minuto 1 de su
aparición se sabe que Amaya no siente nada por Pau. Y ya no hablemos de la otra
historia detrás, la de Belén Cuesta
enamorada en secreto de Berto, que parece ser la única manera que encontraron
los guionistas para dar sentido a la trama y que sólo hace que pierda
verosimilitud.
Otras cosas que sobran son tramas
enteras, como los españoles del pueblo catalán o la historia de la guardia
civil, un intento fallido de continuar el éxito de Curro y Joaquín con otros
cómicos españoles pero que no funciona por ningún sitio, que está metido como
simple relleno, sin disimular y que además de no aportar nada a la historia,
hace que pierda gracia. Tal vez, al tocarle de cerca, esta vez, a los catalanes
sientan más cómica esta cinta que el resto, ya que no hay nada como reírse de
uno mismo, pero a nosotros ya no nos la venden; por favor, que no haya una
tercera parte, que sería cuanto menos predecible tras este final que, ojo, es
de los peores finales que he visto en mucho tiempo. Totalmente abrupto, justo
cuando la historia podía pegar un giro de 180 grados nos despiden y nos meten
unas imágenes sacadas de las peores comedias románticas americanas. No,
gracias. Y que la academia no nos tome por tontos un año más otorgando los premios para contentar al público que acude a las salas.
Lo mejor: El dúo Rafa – Koldo.
Lo peor: La historia.