sábado, 5 de septiembre de 2015

OZ Tercera Temporada


     
        HBO, 1999
        Creada por Tom Fontana

        Nota: 6


            Después de dos temporadas más que interesantes, donde no han faltado los motines, asesinatos, enfermedades, peleas o aislamientos, llega la tercera, dejándonos con un sabor de boca extraño.

Oz, caracterizada por su dureza, mostrando parte de la realidad carcelaria en los EEUU, comienza a girar hacia un lugar más oscuro, y es que a este paso, nos quedamos sin protagonistas, ya que si algo es común en esta prisión son las muertes inesperadas, “sin ton ni son”. 

        Sin embargo, nuestros protagonistas siguen ahí, al pie del cañón, buscándose la vida como buenamente pueden, porque Oz, al igual que muchas otras series de la HBO, es una serie de personajes. 

        Augustus Hill sigue siendo nuestro narrador favorito, aunque en muchos capítulos no entendemos nada con sus historias y vestuarios extraños dando vueltas en su silla de ruedas. Beecher, después de la gran evolución que sufre durante las temporadas anteriores, parece encontrar un equilibrio, aunque la rabia  sigue dentro de él, por lo que no parará hasta devolverle a Schillinger todo lo que le ha hecho. Sabe donde le duele y lo que tiene que hacer, pero nos sorprendimos ante los pocos escrúpulos que tuvo Schillinger frente a su hijo. Ryan O’Reily, ese con el que sufrimos y odiamos a la vez la temporada pasada debido a la enfermedad que tuvo, vuelve a las andadas, utilizando a su hermano para conseguir sus objetivos, cueste lo que cueste. Quizás sea el personaje más mentiroso y manipulador de la serie, manifestando siempre su origen irlandés.  Sin embargo, McManus sigue apostando por Ciudad Esmeralda, aunque se ve envuelto en un problemas con la ley que le han hecho perder los papeles y su legitimidad ante los presos. Tim, defensor de la resocialización, de promover los derechos de los presos, de crear actividades para su reinserción, pierde los estribos. Quizás el mismo comienza a desconfiar del sistema carcelario y de sus ideales resocializadores. Pero el gran anti-sistema es nuestro Karim Said, cuya fe comienza a tambalearse, creciendo sentimientos escondidos en su interior, contrarios a su fe, y que provocan que su grupo le de la espalda. Y hablando de sentimientos, nuestra querida monja Peter Marie, cuya fe es cuestionada al florecer la pasión carnal en ella. Lo que ha quedado claro esta temporada es que nada es lo que parecía aquella primera temporada, y ahora solo podemos esperar ver lo que nos trae la cuarta, que por lo que creemos, será igual o más intensa.


En nuestra opinión la temporada podría haber tomado otro camino, sobre todo porque la tasa de violencia y asesinatos en Oz es desmesurada, haciendo que los espectadores nos aburramos de lo mismo, aunque siempre terminen indagando más allá.


Tenemos ganas de Oz, de Ciudad Esmeralda, pero queremos un poco de relax, solo un poco, para que podamos respirar tranquilos durante unos días, pero algo nos dice que con Oz vamos a sufrir, y que puede ser que haya cosas que no tienen solución. 


Lo mejor: los nuevos sentimientos que aparecen en nuestros protagonistas.

Lo peor: elevado número de asesinatos, llegando incluso a ser predecible.

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