Creada por Tom Fontana
Emitida por HBO, 1998
Nota: 8
Si la primera temporada de Oz nos dejó con un motín que nos ponía los pelos de punta, viendo como sufría McManus y como Said se salía con la suya, ésta segunda temporada hemos vuelto a disfrutar de ella, capítulo a capítulo.
Decía Concepción
Arenal “Abrid escuelas y se cerrarán cárceles” y parece que nuestro querido
McManus intenta llevar dicha premisa al pie de la letra. Ciudad Esmeralda vuelve a abrir sus
puertas, vuelve a apostar por un ideal que parece cada vez más difícil de conseguir,
bajo la investigación de lo sucedido en el motín, intentando averiguar quién
mató a unos de los presos, con la ayuda de un importante especialista en
derecho que poco a poco descubre la verdad y se impone al corrupto gobernador.
Ésta segunda temporada se centra en el sistema
educativo, en la educación de los internos. Apuesta porque los presos aprendan
y se gradúen, dando un pequeño paso hacia el cada vez más lejos objetivo de
resocialización. Otro nuevo reto para
OZ. Es aquí donde toma protagonismo “El poeta” o Wangler (J.D Williams) para quienes éste reto tiene un sentido especial,
sobre todo para Wangler, que aprende a leer y graduarse significa mucho más que
para el resto; significa hacer feliz a su familia, aunque el sistema de valores
carcelarios y su grupo termina interfiriendo, y marchitando de nuevo los
intentos de McManus.
OZ vuelve a demostrar su nivel, con
interpretaciones que nos recuerdan a la mítica The Wire y que deja por los suelos
a series sobre temática parecida como Prison
Break y Orange is the new black.
Apuesta por el drama, por la crítica a un sistema corrupto, a un sistema
que teóricamente apuesta por ellos pero que está sumergido en una dinámica sin
escrúpulos, donde la guerra entre los diferentes grupos de prisión nos hace
entretenernos, incluso posicionarnos.
Por otro lado, el amor ha vuelto a
teñir las paredes de Ciudad Esmeralda; hemos sufrido la enfermedad de Ryan
O’Reily y capítulos más tarde lo hemos odiado; y uno de nuestros protagonistas
ha seguido sufriendo y evolucionando, además de manipulado, como es Tobias
Beecher, uno de los reclusos que más evoluciona negativamente en prisión.
Pero llegamos a las drogas, al mercado negro,
a las tetas, al “negocia conmigo” bajo las leyes de “todo sirve”; ese tema visiblemente
invisible que atormenta a nuestros presos, y un claro ejemplo es nuestro amigo
Adebisi y su lucha contra los italianos, además de su amor hacia una nueva
presa que comienza a dar mucho juego. Y
nos hemos reído con los mas mayores de Ciudad Esmeralda, que intentan escavar
un túnel en busca de su libertad, al puro estilo “Cadena Perpetua” y es que si
algo sobra en la cárcel es tiempo.
OZ
es capaz de mezclar sentimientos que resurgen en nuestro corazón seriéfilo, sin
embargo, nos esperábamos un final más equilibrado, en sintonía con una gran
temporada, pero nos hemos encontrado con
60’demasiado heavies para nuestro gusto.
No
podría cerrar nuestra crítica sin mencionar esa gran escena final de Said, que
debido que el gobernador le concede el perdón, éste no lo acepta.
Si todavía no habéis visto Oz, empezadla.
Y si ya lo habéis hecho, volver a verla.
Lo mejor: el enfoque sobre la necesidad e
importancia de la educación.
Lo peor: el último capítulo.
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